sábado, 1 de febrero de 2014



  Menteologia: tratado sobre la mente
El cerebro es el receptor de la conciencia y la memoria no está en el cerebro sino en el cuerpo astral (alma) y la única forma de salir del cuerpo es por la cabeza. La mente nunca muere y no producto del cerebro. La conciencia es una externalidad del cuerpo físico y la memoria y los pensamientos se generan fuera de ese cuerpo material, mientras que el cerebro transmite la información mas no la genera.

En estado comatoso la mente está deambulando en torno al cuerpo físico y se presenta sufrimiento cuando la mente hace contacto con el cuerpo físico que ejecuta las funciones que la mente imparte.
La mente consiente actúa cuanto el cuerpo está en movimiento, mientras que la mente inconsciente actúa cuando el cuerpo está en estado de reposo, por tal razón aquietar el pensamiento es llevarlo al plano inmaterial ya que este cambia las ideas de acuerdo con el plano donde se encuentre.

El pensamiento navega por lo sueños y por las pesadillas y no puede migrar nunca de un cuerpo a otro, porque el pensamiento es único del ser y está en el ser. El pensamiento es inherente al alma y siempre estará alojado en ella.

Los pensamientos positivos allanan el camino a la sabiduría, mientras que los pensamientos negativos contaminan el alma y el cuerpo físico, y todo pensamiento positivo o negativo precede a una acción física. El peor enemigo de los pensamientos es entrar en contacto con la materia, la mente va mas allá de los sentidos.

Si el pensamiento está en el éter es puro y el pensamiento se contamina al contacto con otro pensamiento, de ahí que la razón de la vida está en la integridad del pensamiento.

El pensamiento sufre cuando no se abandona a la mente superior y la mente humana es la sumatoria de los pensamientos en su integralidad con la materia.

Y pensar que todavía estamos pensando en pequeñeces dedicados a jugar a ser, empresarios, mandatarios, ejecutivos, buscando la riqueza y el poder afanosamente, sin saber que eso no tiene sentido y que solo estamos como las gaviotas recogiendo la carroña que arrojan los barcos pesqueros, mientras unos pocos planean al estilo Juan salvador Gaviota, en busca de la perfección.